37 kilómetros recorridos, 60 mil pasos desde la puerta de nuestra casa, NUESTRA. Y es que hace un buen tiempo, luego de que acabara aquella época de angustia e incertidumbre, pedí a Dios por poderte dar un hogar. El tiempo corría de prisa y sabía bien que para tus cuatro años, ambos íbamos a necesitar nuestro buen espacio; tan sólo lo soñé sobre la fe renovada de tenerte conmigo todos los días. Y así lo pedí, con plazos y todo: antes de tus cuatro años. Y así es como fue.
Hoy vivimos juntos en nuestra casita, donde tenés tu cuarto, tu cama, tu ropa, tus juguetes. Donde jugamos juntos, hacemos la tarea y reímos. Es el lugar que podemos llamar hogar.
Sí, había mucho por agradecer. 9 horas y media de caminata no alcanzan para pagar lo recibido, pero aún así, confío en que las bendiciones seguirán llegando: luego de la salud y tu bienestar, tan sólo falta vestirme con una de tus sonrisas para poder caminar lo que haya que caminar para conseguir otro milagro. Y así será.